jueves, 17 de mayo de 2012

Prólogo


Después de terminar de escribir un par de novelas me planteé elaborar esta historia. Por supuesto, al principio no tenía claro sobre qué iba a tratar. Quería desarrollar un personaje persistente, alguien con una historia personal que pudiera tratarse a lo largo de más de una novela. Podía ser un periodista, un policía… pero al final, quizá debido a mi preferencia por detectives míticos (cuyos nombres no vienen a cuento, pero que seguramente son conocidos por todos), decidí crear a un investigador privado.
Un investigador con un pasado que le había marcado. En esta primera novela podremos conocer los sucesos que provocaron su expulsión del cuerpo de policía, unos eventos que tendrán cada vez más importancia según avance la novela. Pero Antonio Cerezo no sólo cuenta con un historial laboral complicado; su historia familiar y personal influirá notablemente en futuros acontecimientos.
La herencia Cortés es una parte importante de esta historia, pero no tanto como el propio desarrollo del personaje. Sin embargo, las decisiones y puntos de vista sobre ese caso nos podrán hacer conocer más cosas sobre su personalidad, sus valores, y su increíblemente alta adicción al café. También formará parte, de forma en ocasiones pasiva y en otras activa, en la investigación que la Brigada Central de Estupefacientes está siguiendo; más datos para averiguar cómo piensa Cerezo y qué le mueve a actuar.
A lo largo de la novela conoceremos —o nos rencontraremos— con muchos otros personajes. Algunos podremos calificarlos como “buenos” y “malos”, pero otros simplemente tendrán su propia historia que les llevará por un camino o por otro.
Mi intención última, mientras estoy escribiendo esta novela, es que el lector cree un vínculo emocional con algunos de los personajes. Quisiera que amarais a algunos, que odiarais a otros, que sintierais pena, rabia, impotencia… y, en definitiva, que mientras leéis esta historia la viváis. Porque yo la vivo.
Y si consigo que, tras finalizar la lectura, los nombres de Antonio Cerezo, Mihai Postika, Claudia Delgado y otros muchos sean para vosotros algo más que unas líneas en papel, si habéis podido ponerles rostro, si habéis sentido algo por ellos, mi objetivo se habrá cumplido.

Ahora, sin más preámbulos, os dejo con esta historia.


DJS

Primer borrador

Tras un más o menos largo periodo de tiempo, por fin he conseguido finalizar el primer borrador de la novela. Por supuesto, el trabajo está apenas empezando; queda revisar, revisar y volver a revisar, corrigiendo entre medias los errores —más de uno habrá—, tanto ortográficos como de estilo o coherencia, sin contar la ayuda profesional sobre algunos temas legales que se exponen en la novela.


Este primer borrador consta de aproximadamente 150 páginas en A4, con cerca de 49.000 palabras.

domingo, 13 de mayo de 2012

Extracto de conversación entre Antonio Cerezo y Carmen Fuentes

Tras indagar sobre la muerte de Andrés Cortés, el detective Antonio Cerezo llega a la conclusión de que el anciano pudo ser asesinado. Decide tener una nueva conversación con la exmujer del mismo, que también es la heredera del patrimonio de este, tras la aparición de un testamento ológrafo. Cerezo decide ser taimado e intentar convencer a Carmen de que él está tan deseoso como ella de finalizar el caso, a fin de descubrir cuánto sabe sobre el presunto crimen.



–Así pues, quería hablar conmigo sobre el testamento, ¿no?

–Sí –asintió–. Quería saber si va a cerrar ya el caso o aún necesita más información.

Debía andarse con cuidado si quería que la mujer siguiera confiando en él.

–Ya está casi cerrado –mintió–. Claro que Begoña me presiona para conseguir más datos, pero de donde no hay, no se puede sacar, ¿verdad?

–Cierto, cierto –respondió Carmen–. Entiendo que la pobre chica esté consternada, pero debería respetar la última voluntad de su tío. ¿No cree usted, señor Cerezo?

–Así es, señora –dijo Antonio–. Pero, por favor, llámeme Antonio. Por cierto –añadió en un inesperado giro de la conversación–, ¿cree usted que la muerte de Cortés no fue natural?

La esperada reacción indicando nerviosismo y una inequívoca culpabilidad no ocurrió. En lugar de eso, Carmen puso una cara de perplejidad que dejaba fuera de toda duda la culpabilidad de la mujer, al menos en opinión de Antonio.